Cada vez que me cambio de ciudad viaja conmigo mi Rayuela, mientras ordeno mis cosas y mi mente, me refugio en este libro. He tenido que comprar un nuevo ejemplar, por que éste apenas resiste la lectura, pero igual me empecino y vuelvo a repasar con cariño sus hojas, es un viejo compañero. Ahora se me hace más cercana la Maga, con su pasado montevideano, no podía ser de otra manera.En eso estaba, cuando apenas había llegado a Santiago una querida amiga vino con la noticia inesperada de unos papeles que hoy recorro con curiosidad y hasta con un poco de miedo.
Un escritor que admiro comentó largamente en el diario del domingo este nuevo ataque editorial de Aurora Bernárdez . Supongo que habrá mucho qué decir desde la lectura docta y crítica. Yo me remito a mi doméstica visión y me declaro emocionada y hasta agradecida de Carles (que no Carlos) y Aurora: la impresión de saber prologado un libro del Gitano Rodríguez sería suficiente para mí. Pude imaginar a esos dos enormes Cronopios acomodados en un café del Boul' Mich intentando descifrar los misterios de ese futuro que no alcanzaron a ver (y que nosotros tampoco).
Pero si además habla de París veinte años después y Roxi piensa en mí, ya siento que este libro tiene mucho sentido y si luego llegamos a Rayuela, siempre Rayuela, con una explicación que me estremece, aunque por ahí alguien dirá que está sobrando. Ya todo queda perfectamente entretejido y bien valió ir pasando por la librería y verlo al libro allí sentadito en la vitrina, por que aunque mi amiga me lo había dicho , yo como que no podía creer tanta maravilla, otra vez Cortázar, nuevo, con páginas desconocidas, con Lucas y sus historias hilarantes y otras de Cronopios, que cómo iba uno a saber.
Me tengo que ir, me esperan Calac y Polanco, si los dejo mucho rato solos Polanco se llevará más de un libro, ya saben, es su costumbre. Y el pobrecito de Calac estará indigestándose con el queso y las galletitas.