miércoles, 2 de abril de 2008

TOLTÉN, El terremoto del 60



El 21 de mayo de 1960 en Chile la tierra comenzó a temblar desde Concepción a Chiloé, devastando a un país entero. El 22 de mayo se produjo el “terremoto de Valdivia”, que duró diez minutos, con una intensidad de 9,6 en la escala de Richter. El 25 de mayo se sintió temblar en la ciudad Argentina de Bariloche, produciéndose enormes olas en el lago Nahuel Huapi.

Chile es un país largo y angosto donde todo está lejos. Es probable que el que nació en Arica en el extremo Norte, en la frontera con Perú nunca llegue a conocer Puerto Natales, en la frontera con Argentina, muy, pero muy al sur del país. Ese día todo Chile se remeció y se conmovió. Yo tenía siete años, y aunque el terremoto no llegó a Punta Arenas, su recuerdo todavía me produce escalofríos.

El alma de un pueblo entero tuvo miedo, la naturaleza nos envió un claro mensaje, que hasta el día de hoy no parecemos haber entendido muy bien. Ese cataclismo cambió los mapas de Chile. Iba a decir, “para siempre”, pero eso sería un error, habrá otros remezones y el mapa volverá a cambiar.

Cuarenta y ocho años después Irma y Hernán, viejos amigos, recorren el pueblo de su infancia.

“Mira Hernán: allí vivía don Pedro, ¿recuerdas? “

“Si claro”, responde Hernán. “Al frente vivía Juanita y su familia”.

“Es cierto, mira: allí estaba la carnicería y más allá la farmacia de don Alberto”.

Llegamos junto al río y Hernán recordó que Irma desde muy pequeña nadaba hasta la desembocadura. Por ese mismo río “subió” el mar y barrió con el pueblo.

“Allí estaba la panadería” dijo Irma. “Ya no se hace pan, como el de antes…” murmuró, como para sí misma.


Seguimos caminando en silencio, mientras Irma y Hernán “veían” sus pueblo con los ojos del recuerdo, a nuestro alrededor sólo había pastizales, el viejo trazado de las calles nos permitía orientarnos. Al final de una calle encontramos una solitaria casa que se mantuvo en pie, dicen que gracias a los enormes árboles que aún la rodean.
Un buey se nos cruzó en el camino, y una bandada de bandurrias gritonas nos saludó desde el cielo. Nos detuvimos frente a una columna de concreto: “esa era la chimenea de nuestra casa” explicó Irma. Es lo único que quedó en pie. Esa chimenea, la casa solitaria y un monolito cubierto por el pasto con el nombre de los muertos ese día son las únicas señas de que aquí una vez hubo un pueblo que vivió, sufrió y gozó cada día hasta que ”el terremoto” lo borró de la faz de la tierra.
Es tan cierto que a veces la narración desvirtúa los hechos, pero quise tratar al menos de compartir esa sensación de asombro, desolación y ternura que me produjo presenciar el retorno de dos personas muy queridas para mí a su antiguo pueblo.

13 comentarios:

Francisco Méndez S. dijo...

Fue un terremoto tremendo cambió grandes partes del país, y desgraciadamente habrá otros. Chile es un país muy largo y muy sísmico. Es una sensacióm inexplicable para quién no la haya vivido, que el suelo se mueva bruscamente.

Saludos amiga.

L Mery dijo...

la chimenea no fue lo unico que quedo de pie... tambien los recuerdos... y si bien la narracion a veces "desvirtua" como bien dices, es la unica forma de aceder al pasado, al nuestro, al de ellos, al de todos. Por eso que es importante compartirlo. Gracias por esa ventanita llena de emoción. Un abrazo. L!

Caminar sin gluten dijo...

Gracias por transmitirnos en este relato, tus sentimientos y tu amor hacia esa tierra chilena.

Besotes,

Ana y Víctor.

Cynthia dijo...

Wow, what a journey this must have been. You are so foruntate to have been able to go back and visit with them.

galatea dijo...

Claro! mi post necesitaba la letra de un bolero pero no tengo memoria para esto, sólo algo como: "ódiame por favor yo te lo pido... el odio es mejor que la indiferencia..." más o menos. Lo que puse es sólo algo que siente Galatea, no es una regla. Muchos me han hablado de amor y ahora sólo son un lejano y borroso recuerdo, lo fuerte ha sido esa mezcla de amor y posterior odio por despecho, revancha... como en el tango: fuerte y verdadero.
Cariños.

Argonauta dijo...

Hola Pamela:

Un post fascinante y perfectamente descrito como lo han sido todos los que te he leído.

Gracias por la compañía y un abrazo sincero desde el Mediterráneo.

sole dijo...

increíble, si. debemos respeto asombro a la naturaleza...que tan mal tratamos por la ch... llegará un día en el que la hagamos nuestra verdadera casa... no sé, ahora sólo miro asombrada en tus palabras la fragilidad del tiempo y de nuestros pasos en este trocito de barro.

un beso de frente :)

Jesús dijo...

Muy emotivo mi amiga. Gracias por volver. Te eché de menos y eché de menos tus asombrosos relatos llenos de exotismo y buen gusto.
Un gran abrazo de bienvenida a mis casas.

Lena dijo...

Creci escuchando sobre el terremoto del 60'. Mi abuela era del sur (cerca de Concepcion) y siempre nos contaba como se movia la tierra. Le tengo panico a los terremotos aunque nunca he vivido uno (del cual tenga recuerdo).
Saludos,

Beatrice dijo...

Yo también tenía 7 años y estábamos en la misma ciudad Pamela, yo recuerdo a toda mi familia pegada a la radio y al presidente hablando de la catástrofe. Son sucesos terribles que marcaron un país y a tantas familias desoladas.
Un abrazo

JON dijo...

Solo ellos saben lo que se les pasó por su cabeza, al encontrarse con la chimenea. Han sido muy fuertes al tomar la decisión de recordar el pasado.
La naturaleza no perdona, ni tiene amigos.
Espero que en el futuro, nunca más suceda por el bien de todos.

Angélica dijo...

Qué triste debe haber sido eso amiga. El ver la destrucción que produce la fuerza de la tierra. Es casi increíble no? cuesta creer que haya sucedido, sin embargo, sucedió. Recuerdo cuando fui a Valdivia y vi toda esa agua cuando aún faltaban muchos kilómetros para llegar. Era el agua que dejó el maremoto.

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No sabía lo que me contaste de Montevideo. Sí quedé encantada con los árboles de allá. Me gustaron sus calles. Tomé varias fotos. Me gustaron los parques y toda esa vegetación maravillosa de allá, principalmente las gardenias que vi florecidas en muchos jardines. Y las que vendían en ramitos cubiertos con hojas blancas. Gonzalo me compró un ramito. Tengo una foto con aquel ramito. Gracias por el recuerdo. Yo quisiera que nuestro Chile se pareciera en algo a Montevideo, en la vegetación de sus calles.

Un besito querida amiga. Y no eres tan vieja jajajajaja. Sólo uno que otro añito mayor que yo.

Anónimo dijo...

Toda la familia de mi padre, perdio todo tambien con ese terremoto maremoto. La gente de Tolten se refugio en un cerro. Mi padre cuenta que corria, veia por las grietas brotar de agua a presion, me cuenta que despues de ese dia, jamas volvio a ver a muchas personas.
Quedaron con un tenedor y una manta, su casa destruida, y su terreno inundado.