Aquí está mi papá. Hoy 10 de abril, está de cumpleaños.
Hace muchos años que ya no lo puedo ver, ni abrazar, ni llamarlo por teléfono cuando lo necesito (y ¡Por Dios qué lo necesito a veces!). Pero aquí lo tengo, lo siento caminando a mi lado, acompañando todos mis pasos. El siempre tiene para mí la palabra exacta, la reflexión apropiada. Por que mientras vivió en esta tierra no perdió el tiempo, su vida fue puro enseñar a sus alumnos a quienes tanto quiso, y a mí, su única hija que lo observaba y aprendía. Y cómo no agradecerle que me haya llevado de su mano a recorrer su tan querida Patagonia.
Mi papá nació en Lebú, el año 1913, vivió largo tiempo en Valparaíso y luego en Santiago, donde conoció a mi mamá. Apenas casados partieron a Punta Arenas el año 40, con un trabajo de funcionario público, por un plazo de tres años, que se alargó a treinta y tres.
Mi papá era contador, pero al poco tiempo, como tanto profesional que llegó a Magallanes tuvo que llenar el vacío de profesores que allí existía, se enamoró de la docencia y sacó el título de profesor de matemáticas viajando en las vacaciones a Santiago a estudiar.
Mi papá era un gran músico y melómano, también era nadador, jugaba basquetbol, fue director de teatro, locutor de radio, dirigente deportivo y sindical.
Mi papá amó Magallanes y la Patagonia con todas sus fuerzas, amó cada rincón, pero sobre todo amó a su gente, no había nacido allí, pero fue uno más de ellos. Murió añorándolos.
( la foto es del año 79: mi papá y mi hija mayor)