sábado, 27 de febrero de 2010

Terremoto

Queridos amigos: Escribo preocupadísima por Beatriz y su familia, espero que estén bien, desde aquí un abrazo solidario para ellos. Me alegro saber que Ulyses está bien, aunque sin noticias de su familia del sur, nosotros también tenemos familia en Concepción y vivimos horas de mucha angustia sin tener cómo saber de ellos, todo colapsó, y todavía sigue igual. Estoy escribiendo gracias a que tengo un módem para internet móvil, es lentísimo, pero muy útil para estas ocasiones.

Gracias por las hermosas palabras que veo escritas en los blogs amigos y tan queridos, sepan que nos llegan muy adentro en el corazón.

La foto de arriba la tomé con mi móvil anoche. Como verán, si ponen atención (perdonen lo malo de la foto, pero no me animé a tomar más) los vecinos salieron a la calle, yo la primera, pues le tengo terror a los terremotos y no quería volver a casa: Así se vive un terremoto en Chile en un barrio cualquiera, todo el mundo a la calle con algo de abrigo, a ver qué tan profundo son los daños, de pronto aparece alguien con un radio portátil y luego de una media hora de ignorancia empiezan las noticias aterradoras y las instrucciones de las autoridades de no salir de casa, pero nada, todos estamos allí disimulando el miedo y buscando en la compañía de vecinos a veces desconocidos la contención que no nos atrevemos a pedir, pero que necesitamos desesperadamente. De a poco aparecen las sillas y ¡hasta los sillones! el café, los cigarrillos, el pisco y las mantas para tapar a los viejitos y los niños, nadie dormirá en su cama esa noche.

Diría yo que los que mejor la llevan son los niños, que en su inocencia no perciben el real horror que se comienza a vivir, ese que vendrá con el pasar de las horas con las noticias de los muertos, de caminos, puentes y túneles devastados, de casas y edificios en el piso, y de los familiares muertos y heridos. En nuestra familia hemos perdido a una abuelita lejana que quedó encerrada en su casa, a no poder abrir la puerta sufrió un infarto.

Los países sísmicos modelan el carácter de sus habitantes como lo hacen las guerras o las hambrunas, aquí aprendemos que sólo contando con el de al lado, siendo solidario y pensando en los demás podremos levantar nuevamente y echar a andar a este país que tanto amamos y tanto nos duele.