martes, 18 de marzo de 2008


Y usted: ¿De dónde viene?

Viajamos una vez más por nuestra querida Patagonia. Hubo paradas habituales y otras no tanto. Eso es algo que siempre sucede cuando estás allá: alguien te invita a su casa y no puedes responder que no. Has andado demasiados kilómetros y las posibilidades de un nuevo encuentro son remotas, hay entonces, que aprovecharlo todo. Ya les relataré algunos de esos momentos inolvidables.


Pero hoy quiero hablarles de esas otras paradas inevitables, por que las distancias obligan a "hacer noche" . Siempre son gratas, aunque a veces yo preferiría pasarlas de largo, pues suelen ser aquellas donde se amontona demasiada gente (los teros, se sabe, somos pájaros solitarios).

El caso es que situados en tales lejanías la conversación surge espontánea en torno a una taza de café o un vaso de vino. La pregunta introductoria es: "¿de donde vienen? las respuestas son previsibles, europeos variopintos, latinos y hasta algún asiático comienza a conocer nuestro SUR del mundo. Es fácil después de un poco de práctica reconocer a los holandeses con sus bicicletas y su aire bonachón, a los israelitas con sus enormes mochilas, a los alemanes en short aunque corra un viento de 80 km/hr., a los colombianos abrigados exageradamente y estrenando botas y camperas de pluma.

Esta vez sin embargo había en todas partes una gran cantidad de viajeros provenientes de un país desconocido hasta ahora por mí. Invariablemente había en el comedor, sala de espera, almacén o alojamiento algún habitante de Amarguilandia. Se les reconoce por que nunca hay en el menú algo que les agrade, nunca están conformes con la calidad de la atención, se cuelan delante de uno en las colas de venta de pasajes, no saludan aunque estén compartiendo mesa o asiento con uno, gritan y amenazan a los hijos por que no se quedan quietos en lugares que no están hechos para niños, no dejan de hablar por celular dando instrucciones al pobre infeliz que se quedó a cargo de sus "importantes" negocios a miles kilómetros de distancia. Hay también "amargueños" que han conseguido trabajo en Patagonia, conocimos algunos meseros que nos tiraban los platos, dependientes que nos ignoraban olimpícamente, y hasta un guía que no se molestaba en acompañarnos en los recorridos.


Los habitantes de Amarguilandia son los más fáciles de identificar. Yo me pregunto nada más: ¿a qué van?

viernes, 7 de marzo de 2008

La Puppy


El tiempo pasó volando. Fueron casi trece años de tenerla siempre a mi lado. Me falta su presencia aquí bajo el escritorio mientras escribo, o cuando salgo a caminar de mañana, de noche la siento todavía durmiendo a mis pies. Los que han querido a un perro entenderán. Los otros, disculpen.